Un puente entre ciencia y sabiduría
El regalo que nos deja la COP de la genteCrédito: Felipe Rodriguez – Gaia Amazonas
Un bosque es más que una serie de árboles.Con cada hectárea que desaparece, lo hace también el conjunto de relaciones que componen este ecosistema.Estas y otras reflexiones nos dejó la cumbre en Cali.
Por Mariana Gómez, antropóloga, líder de incidencia regional de la Fundación Gaia Amazonas y co-coordinadora de Si a la Vida, No a la Mineria.
Cuando Colombia asumió el reto de ser el anfitrión de la COP16 de biodiversidad todo adquirió un ritmo frenético. Aunque no era claro qué nos podía dejar una Conferencia de las Partes (COP) en el país más megadiverso por metro cuadrado del mundo, y hogar de multiplicidad de culturas, esta empezó a ser una fuerza centrífuga que nos convocó a todas y todos a confluir.
Cali brilló. Colorida y alegre, recibió al mundo entero con calidez. Sus grandes samanes le dieron sombra a conversaciones y las negociaciones estuvieron influenciadas por el ritmo de la salsa y el sabor a chontaduro. Con esta COP Colombia sacó la biodiversidad de su nicho técnico y especializado, muy del sector ambiental, y no solo la llevó a las calles, generando una reflexión colectiva, sino que la puso en la agenda política global. A pesar de las agendas cargadas y la tensión de las negociaciones, el calor del trópico supo pintar sonrisas y gracias a Cali, la COP16 fue una COP alegre.
En las salas de negociación el ritmo, el ruido y hasta la temperatura cambiaban. Las negociaciones tenían otra cadencia. Por momentos era como si una cosa estuviera disociada de la otra y hasta el final de la segunda semana parecía haber dos conversaciones paralelas. A 24 horas de cerrar, los países no habían alcanzado acuerdos sobre los temas previstos. Uno de los temas aún en vilo era la aprobación de un mecanismo para darle un lugar al conocimiento tradicional de los pueblos indígenas y comunidades locales en la implementación de este acuerdo.
Paradójicamente, la COP había estado llena de ejemplos de ejercicios prácticos que evidencian cómo mediante los sistemas de conocimiento en ejercicio de los pueblos indígenas y comunidades locales se protege la biodiversidad en el mundo, y se asegura el bienestar de ecosistemas saludables que regulan los ciclos naturales que hacen posible la vida en el planeta.
Las apuestas de Gaia Amazonas y la Alianza NorAmazónica (ANA) son testimonio de ello. En un evento durante la COP, la instancia de coordinación del Macroterritorio de los Jaguares de Yuruparí, en alianza con Gaia Amazonas, presentó sus sistemas de conocimiento y gobierno como respuesta efectiva para la protección y el buen vivir de la Amazonía. Estos sostuvieron un diálogo con actores clave en su proceso de consolidación como Entidades Territoriales Indígenas, para la adecuación institucional requerida para que sus gobiernos se integren a la estructura del Estado colombiano. Esto da cuenta de sus contribuciones al marco global de biodiversidad Kunming-Montreal y al cuidado de la vida en todas sus expresiones, ya que sus ejercicios de gestión territorial también contribuyen a la regulación del clima global y ciclo hídrico. Son una manifestación real, milenaria y holística de lo que entendemos como “paz con la naturaleza”.
Allí, los cuatro gobiernos que conforman el Macroterritorio de los Jaguares de Yuruparí (Mirití Paraná, Pirá Paraná, Yaigojé-Apaporis y Río Tiquié) y Gaia Amazonas lanzamos el SIGETI (Sistema de Información para la Gestión de las Entidades Territoriales Indígenas), una herramienta digital que integra la ciencia indígena y no-indígena, asegurando la gobernanza y soberanía sobre los datos para la toma de decisiones.
El monitoreo comunitario y satelital se hace en una extensión de ocho millones de hectáreas, lo que equivale a aproximadamente 45 veces el tamaño de Bogotá. Su sistema equivale al 16,5 % de toda la Amazonía colombiana. Con ella, indígenas de estos territorios monitorean lo fundamental para garantizar su “buen vivir”, como el estado de los sitios sagrados y las chagras, y visualizan las amenazas para tomar decisiones oportunas.
Crédito: Felipe Rodriguez – Gaia Amazonas.
La Alianza NorAmazónica aborda la Amazonía como un solo sistema y resaltó la importancia de una Amazonía bien conectada ecológica, social y culturalmente para la protección de la biodiversidad en dos eventos. Para ello, en alianza con la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) desarrollaron conjuntamente un análisis del estado de la conectividad, evidenciando las transformaciones en la fragmentación del bosque a nivel panamazónico, tomando datos desde 1985 hasta 2022.
Un bosque es más que una serie de árboles. Con cada hectárea que desaparece, lo hace también el conjunto de relaciones que componen este ecosistema; disminuye su capacidad de regular el ciclo hídrico y la temperatura. Para esta visión resulta indispensable valorar los diversos sistemas de conocimiento que confluyen en la Amazonía y ponerlos en diálogo. Por esta razón, ANA ha respaldado la creación de un órgano subsidiario para garantizar una participación efectiva de los pueblos indígenas y comunidades locales, como medio para que el conocimiento tradicional se eleve al mismo lugar que el conocimiento científico. Para ello, preparó un documento de recomendaciones sobre monitoreo comunitario para la protección territorial que brinda elementos para que estos ejercicios territoriales se incorporen en planes nacionales.
Casi a medianoche en la plenaria de cierre, se aprobó el órgano subsidiario, que además reconoce a los colectivos afrodescendientes con estilos de vida tradicionales en conexión con sus territorios como custodios de la biodiversidad. Si bien hay cierto sinsabor respecto a la poca celeridad para llegar a acuerdos y aún siguen en el aire temas cruciales, es indiscutible que con la deuda histórica que salda la creación de este órgano, la COP de la gente le hace honor a su nombre. Así, el regalo que nos deja esta COP16 es un puente entre la ciencia y la sabiduría.
Crédito: Mariana Gómez – Gaia Amazonas.
Como dice Vandana Shiva, “si entendiéramos que estamos en relación, sabríamos cómo vivir en un planeta vivo, y cuáles son las acciones correctas”. Tener a los pueblos indígenas y comunidades locales orientando la implementación del convenio desde sus sistemas de conocimiento nos invita a unirnos desde la diversidad. Es una oportunidad única que la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, como presidenta de la COP del CDB (Convenio sobre la Diversidad Biológica), pueda asumir el liderazgo para implementar la ruta de instalación de este órgano subsidiario que contemple criterios para que los países puedan integrar ejercicios comunitarios en sus estrategias nacionales, y que en el mismo momento Colombia también ocupe la Secretaría General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) en cabeza de Martín von Hildebrand, Fundador de Gaia Amazonas.
Esto puede hacer de la región amazónica una región líder en la integración horizontal de pueblos indígenas y comunidades locales, en camino a la COP30 de Cambio Climático en Belém do Pará (Brasil) en 2025. Así, la Amazonía puede articular las agendas de Cambio Climático y Biodiversidad, y podría volcar la conversación sobre el clima a valorar la contribución de los bosques tropicales y sus pueblos para la regulación del clima global.
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